A través de las estadísticas propias en años de profesión,
el guardavallas ha presentado fracturas y luxaciones algunas de las cuales
fueron tratadas incruentamente y otras las menos, necesitaron reducción quirúrgica.
Quizás la lesión predominante fue el “Mallet Fingers” ó
ruptura del tendón extensor encargado de extender la falange distal de los dedos
de la mano ó sea la de la uña, para que la ubiquen precisamente .
El dedo alcanza la
funcionalidad normal para el juego, pero la última falange queda en
flexión palmar ó en garra. Posición indolora y estéticamente molesta, pero con
toda la capacidad de acción para atajar sin limitaciones.
Luego en orden de frecuencia, siguen las fracturas de los
metacarpianos.
En estos casos en particular evitaremos el acto quirúrgico
siempre que se pueda. Cito siempre un concepto del Dr. James Calandruccio Prof. y Jefe del Servicio de Cirugía Ortopédica de
la Universidad de Tennessee, .”. En el tratamiento de las fracturas, por
ejemplo, la perfección de una reducción anatómica y especialmente en la
radiografía, no conduce siempre con una función normal. Con frecuencia resulta
preferible aceptar una posición no exactamente anatómica de una fractura y
esforzarse a través de férulas y movilización precoz en conseguir la buena
función de la mano como unidad.
Lo mismo vale para las luxaciones cuando pueda ser evitada la cirugía.”
A continuación existen en el guardavallas dos lesiones que
deberán ser resueltas quirúrgicamente dado la profesión del futbolista y la
necesidad de la rápida vuelta a los campos de juego.
Una fractura es la de Bennett ó de la base del primer
metacarpiano del pulgar y la otra es la fractura del escafoides carpiano.
En la de Bennett, ocurrido el episodio traumático se reduce
a la normalidad fácilmente pero muy difícil es mantenerla reducida, aún con el
yeso que comprima la zona manteniéndola quieta, dado lo peligroso que significa
dicha compresión, que puede originar necrosis cutánea.
De no realizar la cirugía se acepta una incongruencia
articular entre el metacarpiano y el hueso trapecio de 1 a 3 mm. Si así
consolida poca limitación traerá a futuro. Sin embargo en este caso particular
y en fútbol profesional hemos resuelto siempre con cirugía esta lesión.
Personalmente una sola la reduje sin operación pero la
presentaba un volante y decidimos dejar que consolidara incruentamente y así
volver rápidamente al campo de juego. La fractura del hueso escafoides, para
los deportistas aficionados, en el 90% de los casos consolida con yeso y con
mucha paciencia. En cambio con nuestros jugadores la hemos resuelto siempre y
especialmente en el guardavallas en forma quirúrgica.