Si bien esta reflexión no tiene la pretensión científica del resto de los artículos, hace al meollo del asunto, que es el aprendizaje y el deseo de ejercerlo.
Nuestros estudiantes universitarios, por diversos motivos, han dejado paulatinamente a través de los años de pretender lo mejor para ellos. La excelencia no significa conquistar como sea un título habilitante, sino lograrlo compenetrado y convencido que dicho logro sólo es el comienzo de una "casi perfección" que debemos obtener para ejercer la profesión, sin hacer mal en primerísimo lugar. A partir de esta premisa desarrollaremos con todos nuestros conocimientos la profesión elegida correctamente.
El que tuvo la vocación desde un primer instante recibió el mandato de Dios, dueño absoluto de dicha vocación, dado que un día nos despertamos y le comunicamos a nuestros allegados "voy a ser médico" u otra profesión. ¿Quien se lo dictó? Sencillamente no lo sabe. Fue Dios. Luego nosotros iremos buscando motivos y aún cambiando el rumbo de dicho llamado, de acuerdo a opiniones de los que nos rodean, generalmente enfocadas al posible éxito monetario futuro.
Desgraciadamente aún tiene plena vigencia en nuestro país, el tango " Cambalache", ruego asesorarse de la letra o parte de ella. Y lo que es peor y me movió a presentar este artículo, es recordar una frase de Juan Carlos Altavista en los años ´60, del programa de TV " Polémica en el Bar". Dicho actor encarnando a Minguito, cuando lo corregían por utilizar incorrectamente el vocabulario, respondía muy suelto de cuerpo: "se gual".
Frase ésta graciosa es en la actualidad, desafortunadamente, un resumen apretado con el que se logra contundentemente dejar en claro que dá lo mismo que algo esté bien ó mal.
Ocurre en todos los órdenes de la vida, con la poca predisposición al cuidado de nuestra religión y su cumplimiento, con la alteración de los valores y el respeto hacia nuestros mayores, con el exasperante descuido de las formas en el trato diario. En fin, la injustificable vigencia de las estrofas del Julio Verne tanguero, Don Enrique Santos Discépolo.
Dice el escritor español Javier Marías "Una de las características de esta época haragana y reacia al esfuerzo es la tendencia a persuadir a todo el mundo de que el tipo no tiene que avergonzarse ni arrepentirse de nada y ha de estar muy orgulloso de como es."
La verdadera ignorancia no es la ausencia de conocimientos decía Karl Popper, sino rehusarse a adquirirlos.
Dice Guillermo Jaim Etcheverry "El ser alumno de cualquier nivel, requiere una disposición a aprender basada precisamente, en el reconocimiento previo de que algo nos falta, de que queremos o necesitamos adquirir aquello de lo que carecemos ó al menos que debemos desarrollar con la ayuda de otros. Si no se admite la falta, es más si orgullosos de ella se la exhibe con desafiante despreocupación, no hay posibilidad alguna de superarla. Sin esa actitud de humildad que está desapareciendo, no se es alumno."
Gran parte de esta conducta "me da igual" son culpables el padre o madre, o ambos. Ellos han convertido a su hijo en un ídolo que no es tal. Es sólo un niño que carece de todo conocimiento y experiencia, y por ello debe adquirir ambas con disciplina y respeto al que se las brinda. El opuesto es lo que se observa. Al maestro lo consideran rival del alumno y éste, con sus padres como defensores de área chica, hará lo posible por maltratar al docente, el encargado de ilustrar y corregir a ese ídolo que cree ser, o que le hicieron creerse, una obra terminada desde el principio de su vida.
Desafortunadamente las políticas de enseñanza son facilistas comparativamente a las de nuestros años, del 50 o 60. En aquellos años paradójicamente, los profesionales en distintas disciplinas se destacaron en nuestro país y en todo el mundo, y crearon a su vez a otros profesionales destacados, dejaron bibliografía estupenda y fueron ejemplos para imitar, especialmente en América, sobre la base siempre de la exigencia en las aulas como la disciplina, el bolillero inapelable y aún el "paseo por todo el programa" según el criterio del profesor. El cumplimiento con dichos requisitos no mataba a nadie y por el contrario colaboraron a forjar nuestro espíritu y personalidad para luego ejercer correctamente nuestra profesión.
En el último ranking de educación en el mundo –PISA- los 7(siete) primeros puestos fueron para los asiáticos. Claro, no faltó la opinión actual sobre dichos ganadores a los que se tilda de estudiantes provenientes de sistemas autoritarios ????. Luego Alemania en el puesto 16, Francia en el 25, Reino Unido en el 26 y Argentina en el 59. A la vista de los resultados y tomando en cuenta que las evaluaciones fueron para todos iguales, no sería bueno volver a la exigencia que tuvimos nosotros y nuestros antecesores, aún a riesgo de ser acusada la metodología de autoritaria??
En el mundo del espectáculo nos hacía sonreír Mario Fortuna, el que decía "Agarrá los libros que no muerden".
viernes, 23 de diciembre de 2011
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