Debemos dejar en claro que actualmente para el deportista,
existen pruebas que no necesariamente las determina un médico. Un licenciado en
física ó química ó bien un antropólogo junto a un prof. de educación física,
pueden aportar grandes mejorías en el aspecto físico del joven atleta.
Específicamente queda en el área médica, el arte de curar. Área
sobre la que no avanzan aquellos.
Por ello el progreso técnico de los últimos años es el
tremendo éxito interdisciplinario. Ejemplo claro la neurociencia, en el trabajo
diario del deportista.
El conocimiento teórico
ahora, ha dado paso al conocimiento dinámico, basado en
experimentaciones en humanos con registros de todo tipo durante una performance
deportiva.
Esto último no debe confundirse con la mera determinación de
una marca ó un record, aunque el eslabón final sea el logro del éxito
deportivo. De los segundos nadie se acuerda.
En el máximo de las simplificaciones, cuando el trabajo es
breve, el resultado depende casi exclusivamente de pocos grupos musculares.
Cuando el ejercicio se prolonga más de dos minutos lo importante es el ajuste
de variantes cardiorrespiratorias con el intercambio del oxígeno y el anhídrido
carbónico.
Cuando la actividad física es compleja, dada la realización
de distintos movimientos, como es jugar fútbol, será difícil obtener un número
mágico con sólo sumar exámenes. Debe
buscarse algo real y modesto. Por ejemplo revisar exhaustivamente los factores
que favorecen y los que limitan la performance ó desempeño.
Es aceptado que el fútbol profesional obtuvo progresos
enormes fisiológicamente hablando, en los últimos 25 años. Fundamentalmente
influye en ello el menor peso corporal de los individuos dotándolos de mayor
fuerza, de mayor velocidad y mayor destreza. Sabido es que estas dos últimas
cualidades nacen con el jugador y aquellas que no las poseen deberán esforzarse
para mejorarlas mediante distintas técnicas de trabajo especifico.
En atletismo, si se compara el record olímpico de 1948 con
el actual, al anterior recordman en 5000 metros, le faltaría una vuelta de
pista cuando el actual campeón está terminando la carrera.
Hoy el futbolista debe procurar junto con otras valencias,
saltar más alto, correr más rápido y fatigarse más tarde. Todo ello debe
hacerlo en los 90 minutos del encuentro.
Las leyes de la fisiología humana son rígidas y no pueden
transgredirse impunemente.
Si un futbolista tiene insuficiente potencia anaeróbica o
deuda de oxígeno, su capacidad para realizar ejercicios de reacción (piques)
estará restringida a un escaso número y éste limitará su correcto accionar
durante el encuentro, aunque haya ingerido anfetaminas. Esta falta grave para
la ley del doping, además impediría registrar la fatiga que existe igualmente y
ese bajón de la última parte del partido, será más dramático adjunto a lesiones
musculares de los músculos voluntarios, tanto como los involuntarios
representados por los de las fibras cardíacas.
El fútbol es una actividad que involucra fuerza,
resistencia, flexibilidad y destreza todo dinámicamente, de un jugador en
relación con un balón y otro sujeto que lo enfrenta, en una superficie
aproximada a 7000 metros cuadrados y durante 90 minutos.
El músculo es un esclavo de la mente. Por más que lluevan
órdenes y exigencias, si el esclavo es incapaz de cumplirlas de nada servirá
que dichas órdenes sean correctas y adecuadas.
En otras palabras esta imagen es para mi entender, la causa
específica de las lesiones a repetición en nuestros días, de los ligamentos
cruzados de rodilla, por poner un ejemplo diario. La mente emite cada vez más
órdenes desordenadas debido a la velocidad con que se juega. El esclavo, en
este caso, músculo y articulación no pueden cumplirle al amo. De allí la lesión
por impotencia funcional.
Por último el factor edad existe. Sabido es, que más
fructífero es educar que reeducar.
El que comienza de joven
tendrá mejor basamento físico.
Algunos creen que el que madruga……, encontrará todo cerrado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario