Hoy en el mundo se confirman claramente, dos corrientes diferentes dentro de un mismo denominador: “el deporte”.
En la primera ubicamos al deporte de elite o profesional caracterizado por llenar estadios, fanatizar, crear ídolos en lugar de líderes y movilizar a las masas. Luego debemos reconocer que junto a ello se interrelacionan la violencia, el doping, el comercio desleal y el falso nacionalismo.
En la segunda corriente del deporte, situamos al amateur para obviar al “para todos”, donde ubicamos la necesidad de armar un programa, cuya necesidad de llevarlo a cabo, les propongo en este texto.
Como introducción al tema menciono brevemente algunos aspectos de la importancia y valor del deporte, en la vida moderna y la salud.
Podemos decir sin temor a exagerar que el hombre prácticamente se ha inmovilizado. La automatización lo ha inducido ha ello, lo ha rodeado de ruidos y lo ha forzado a una intensa concentración mental. La industrialización y la motorización reclaman constantemente del hombre medio más precisión y gran paciencia, por ello la espontaneidad ,el esfuerzo físico y el interés en lo personal no encuentran fácilmente un lugar en las monótonas tareas habituales de sus trabajos.
Hace tiempo que en EEUU se habla del soft american, el que a partir de los 30 años se torna blando y apagado. Desde 1961 en este país se tratan enfermedades del individuo subejercitado, nueva categoría de pacientes víctimas de la falta de ejercicio de nuestro mundo tecnológico. Ello demuestra que el hombre sentado sufre y aparece la alarmante tendencia al episodio cardiovascular. Entre los 45 y 55 años el infarto golpea despiadadmente, afección ésta, que no respeta rangos dado que por igual se observa en obreros , empleados calificados u dinámicos ejecutivos.
El profesor Jurgen Palm, ex presidente del Comité Olímpico Alemán de los años 80, entre sus claros conceptos en conferencia a la cual asistí, mencionaba que el Instituto de Medicina del Deporte de Berlín había presentado al gobierno el costo que generaban las enfermedades cardiovasculares debidas a la inactividad de los alemanes. La suma sería en el año de 4000 millones de dólares equivalente a la décima parte del presupuesto gubernamental. Esta cifra significaba que cada ciudadano debería pagar aproximadamente 200 dólares anuales para financiar la inactividad física de sus conciudadanos.
En nuestro país diariamente el deporte amateur va creciendo poco a poco, lejos todavía de lo ideal. Dicho crecimiento se debe a éxitos observados por equipos representativos en distintas disciplinas en Argentina y especialmente en el exterior. Por lo menos para nosotros la imagen del deportista exitoso, tiene un valor agregado que ayuda o induce al joven y aún al seniors, a incorporarse a una actividad deportiva.
Desde los medios de difusión y dependiendo del estado la iniciativa, debería estimularse a la actividad amateur para el máximo de los componentes de la sociedad.
Para ello deberíamos contar con instalaciones deportivas para la comunidad que los albergue en distintos horarios previos ó posteriores a la actividad laboral. En ellas deberían planificarse actividades para las distintas edades y condiciones físicas, incluyendo a aquellos con alguna discapacidad.
Agregar programas de ejercicios a realizar en los hogares, con control periódico en aquellas instituciones, controlando y reprogramando según evoluciones. Organizar caminatas y todo tipo de deporte, aún clases de bailes, siempre apuntando a rehabilitar, fortalecer y corregir déficit posturales y del equilibrio por ejemplo en el Parkinson, afección común e invalidante.
Siempre deberá existir el aliciente del premio para todos aquellos que alcancen un mínimo de rendimiento, observando todos que con esfuerzo se logran metas pautadas.
Considerando que el deporte no competitivo es un medio y no un fin, creo que debemos inspirar a todos nuestros conciudadanos a que participen activamente, en alguna tarea corporal dado que no debemos ignorar que las generaciones de hoy en día pasan 150.000 horas sentadas, dado el auge de la computación para todas las edades.
Por este motivo sostengo y propongo combatir la inactividad en un mismo plano y con la misma intensidad que al analfabetismo.
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