En el tratamiento de las lesiones de la mano lo perfecto no es amigo de lo bueno. Buscar la perfección de una reducción anatómica y especialmente radiográfica, no siempre conduce a una función normal, especialmente en el deporte de alta competición durante el cuál se pretende acortar tiempos de recuperación.
Con frecuencia resulta preferible aceptar una posición no exactamente anatómica de una fractura si a través de férulas y movilizaciones precoces, lográramos mejor función de la mano como unidad.
En general se prefieren métodos cerrados para el tratamiento de las fracturas y luxaciones de la mano en lugar de procedimientos quirúrgicos. Luego cuando ello fuera necesario debemos elegir la técnica menos invasiva para obtener el deseado éxito para la vuelta al trabajo.
Con pocas excepciones la inmovilización prolongada ó sea más de tres semanas, no está indicada en el tratamiento de esta entidad, dado que la consolidación clínica de las fracturas precede por semanas y con frecuencia, a los signos de consolidación observados radiográficamente. De allí que podemos aconsejar movilizaciones activas precoces una vez asegurada la estabilidad observada en la semiología de la mano.
Cuando se intenta restaurar la posición, la angulación y la falta de aposición resultan más fáciles de detectar que los errores de rotación, inclusive estos defectos se observan después de la consolidación cuando el paciente intenta cerrar el puño y aprecia que un dedo queda cabalgado sobre otro ó se desvía hacia un lado.
Cuando se utilizan métodos de reducción cerrados en fracturas con inestabilidad rotacional la “sindactilia” mediante tela adhesiva a un dedo adyacente no lesionado, puede ayudar a prevenir los cambios rotacionales.
Es común en el guardavallas que padezca la lesión del extensor del meñique ó mallet finger por impacto directo del balón sobre el extremo distal de la uña. En ese caso si debemos inmovilizar por 21 días la falange distal en hiperextensión cuidando al mismo tiempo de mantener la interfalángica proximal en flexión funcional de una mano. Ello es fundamental pues una articulación rígida en extensión genera un dedo torpe para los movimientos de la pinza con el pulgar, con lo cuál todo el resto de los movimientos necesarios para la vida diaria se verán limitados en la función.
Existen excepciones en las que el tratamiento debe ser quirúrgico para lograr una reducción estable, en dicho caso lo hemos realizado con pequeños clavos de Kirchner, política
aparte. Es deseable esperar una semana ó diez días hasta obtener la total disminución del edema postraumático especialmente si el enclavado será percutáneo. Y por lo más arriba descripto es siempre aconsejable la reducción a cielo abierto, cuando el trazo de fractura afecta la articulación con riesgo de impedir la flexión completa.
Las mayoría de la luxaciones se pueden resolver incruentamente salvo en aquellas inestables carpo metacarpianas como la fractura de Bennett.
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