Hemos visto dos enfermedades óseas en el Guardavallas para nosotros infrecuentes, pero dignas de
mención pues todo médico de un plantel de futbolistas puede encontrarse con
alguna de ellas.
Ambas enfermedades están
clasificadas dentro de nuestra especialidad, como afecciones vasculares de la
porción cartilaginosa de crecimiento ó epífisis de los huesos, descriptas por
ello, como EPIFISITIS ú OSTEOCONDROSIS .
En nuestra estadística las hemos encontrado en CODO y
CADERA pero también las hemos visto y
tratado en el hueso Escafoides del Tarso y en los segundos Metatarsianos. Para
este informe sólo haremos mención de las dos primeras, dado que nos estamos refiriendo
a Guardavallas y las dos últimas mencionadas, ocurrieron en jugadores de campo.
Tampoco nos ocuparemos de la Enfermedad de Osgood- Schlatter
en rodilla a pesar de ser la más frecuente de todas, pues de acuerdo con otros
colegas, no las debemos considerar dentro de las Epifisitis ú Osteocondrosis .
El Schlatter de tibia, si bien es una afección cartilaginosa , fue considerada
siempre como secuelar a microtraumatismos y no a déficit circulatorios de los
cartílagos de crecimiento.
Hecha la aclaración describiré la enfermedad del codo en dos
guardavallas .
En ambos casos con edades de 20 y 22 años respectivamente
presentaron dolor, tumefacción y limitación de codos derechos, lo que impedía
el trabajo diario de las prácticas dada la repetición de los gestos repetidos
en el trabajo con pelota. Todo aquel que jugó sabe a lo que me estoy
refiriendo.
Ambos mediante
tratamientos médico-kinesiológicos podían jugar. Pero los entrenamientos resultaban
dolorosos.
Ambos presentaban en la Resonancia Magnética Osteonecrosis
del cóndilo humeral
Los dos tuvieron que ser asistidos quirúrgicamente.
Al guardavallas de 22 años le realizamos tratamiento
incruento mediante infiltraciones con acido hialurónico .A las tres semanas si
bien disminuía el dolor no aumentaba la movilidad de la flexoextensión De allí
que decidimos la conducta quirúrgica mediante perforaciones con mecha fina y
con técnica de Pridie. Inmovilización con yeso por 21 días. A continuación
rehabilitación fisio kinésica y reapareció a los 95 días indoloro y con
movilidad respetada, especialmente en las caídas con apoyo de manos.
Al segundo guardavallas de 20 años y dado que observamos en
Tomografía Compuada 3D imagen de cuerpo óseo tipo “rata articular” en fosita
coronoidea de húmero, realizamos resección de la misma y nivelación de la superficie
anfractuosa del cóndilo humeral del cual se había producido el desprendimiento
epifisiario.
También inmovilizamos con vendaje enyesado por 21 días y la
rehabilitación fisiokinésica fue más rápida . Comenzó tareas de campo a los 70 días.
En cuanto a las OSTEOCONDROSIS Ó EPIFISITIS DE CADERA ó Enfermedad de Legg Calvé Perthes son en la
niñez más frecuentes que las de codo a predominancia en niños de 7 a 10 años.
Un solo caso tuve que tratar en fútbol, pero ya en una
cadera adulta. Es decir deberíamos considerarla secuela de Perthes, dado que
recibo al jugador que la padecía, jugando profesionalmente é independientemente de la enfermedad, con
gran éxito en su posición de guardavallas.
Infrecuente desde ya todo ello, aún para la bibliografía extranjera.
No conocí ni tuve referencia de un jugador profesional que se haya desempeñado
tanto tiempo en el deporte de alta competición con una secuela de enfermedad de
Perthes.
Dicho profesional presentaba en el año 1970 en su cadera
derecha, la imagen de un grado I en la clasificación de Catterall en la cabeza
del fémur, con afectación de menos de la mitad de la cabeza de fémur
Nunca en su niñez realizó tratamiento alguno y sólo se
dedicó a jugar pues su única sintomatología era
ligera limitación de las rotaciones externas la que fue incrementada con
el tiempo al decir del jugador. El signo característico fue la “renguera” que
le permitía jugar y vivir de su profesión exitosa por cierto.
En aquellos años 70/71 previo a los partidos los días
domingo, se le realizaba artrocentesis de cadera con anestésico en jalea
intraarticular, para que jugara sin dolor y mayor flexión del muslo sobre la pelvis.
A los 50 años se le realizó RTC sin cementar.
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