Con la máxima extensión del dedo gordo puede palparse toda la aponeurosis plantar y en ocasiones observarse roja y caliente además de dolorosa en su tercio proximal, es decir cerca de su inserción en el talón.
La estructura del arco del pié llámese valgo, plano o varo también influye en el largo de la fascia y en su tensión. Recordar que dicha fascia plantar une el calcáneo con los metatarsianos, como la cuerda del arco de Robin Hood.
La superficie donde se realiza el deporte determina si se genera fascitis o no. El ejemplo típico es el juego en pisos duros. Ello traerá dolor en el extremo metatarsal o cabezas de metatarsianos. Si la superficie es ondulada y dura(cancha descuidada post lluvias) el dolor será en el tercio medio. Si el deportista es saltador (el central o el delantero centro) tendrá la fascitis típica con el dolor en su extremo proximal.
Pero además la fascitis puede no ser tal. En este caso estaremos en presencia de una contractura por nódulos fibrosos de la aponeurosis o enfermedad de Ledderhose, símil de la contractura de Dupuytren en las manos. Estas patologías fueron consideradas fibromatosis de origen desconocido. En estos casos la solución es quirúrgica. Por último debemos hacer diagnóstico diferencial con las talalgias por espolón calcáneo, patología frecuente por arriba de los 40 años y casi específico del pelotaris, estadísticamente hablando.
Concretando, la fascitis plantar se resuelve en pocos días con infiltración de corticoides en el punto exacto de dolor. En caso de recidivas la sección quirúrgica de la aponeurosis resuelve la patología definitivamente. En algunos casos hemos observado que luego de un esfuerzo en el pique o reacción en el campo de juego, se desgarra la aponeurosis con dolor y hematoma plantar. A partir de dicho episodio el dolor cede prácticamente para siempre.
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