“Lesiones eran las de antes” decía un gaucho. Pero
indudablemente en el caso que nos ocupa, antes ó sea año 2000 hacia atrás, no
tratábamos traumatismos de cráneo en los campos de juego, producto de un choque
de cabezas durante el partido. Diría que tengo memoria personal de una en 1981
cancha de Boca entre Sacardi jugador de Ferro y Ruggieri jugador local. Ambos
terminaron el encuentro con sus cabezas vendadas, tan común ahora pero
infrecuente en aquellos tiempos. Tal es así, que en nuestros maletines del verde
césped, no aparecían elementos para tal fin. Cosa que ahora es lo primero que
ingresan los profesionales a cargo de equipos.
Patrimonio del ritmo vertiginoso actual, infinidad de
traumatismos de cabeza y cara se observan como algo normal, en cada fecha del
fútbol profesional .
Como la estadística va detrás de ello, aparecen
comparativamente dichas patologías traumáticas , en otras actividades
deportivas.
Luego, el que primero aparece es el box y todas las secuelas
postraumáticas. En esta actividad generalmente son producto de la suma de
lesiones microtraumáticas durante la carrera deportiva. Llámese hematomas
subdurales con trastornos del equilibrio y de la palabra hablada, fractura de
tabique, fractura del maxilar y del arco cigomático del pómulo, oreja
“arrepollada” por hematomas subdermicos a repetición y heridas del arco
superciliar ó cejas.
Casi pisándole los talones aparece el rugby con lesiones
cada vez más parecidas al box en cara y cuello. Estas últimas muy graves.
Se acuerdan, que las tiras de comics en diarios y revistas,
presentaban al personaje golpeado con pajaritos volando en circulo por encima
de su cabeza?
Pues bien esa es la sensación del traumatizado en la
ocasión.
Pérdidas momentáneas de conciencia en el campo de juego nos
han hecho preguntar tradicionalmente, “como vá el partido? “ en que equipo
jugás ?” Según la respuesta, el jugador continua ó sale del equipo para su
atención inmediata .
Salvo el boxeador al que luego de su tercer derrota
consecutiva por “knock out”, se le retiene la libreta sanitaria y no pelea
hasta su total compostura neurológica, en el resto de las actividades
deportivas, el jugador vuelve a las canchas cuando tiene el alta médica.
Durante mi docencia en la Cátedra de Medicina del Deporte en
el Círculo de Periodismo Deportivo, cuando invitábamos al Prof. en box Raúl
Landini, éste se quejaba, dado que los neurólogos también invitados, describían
la gravedad del traumatismo de cráneo casi espectacularmente, dadas las
imágenes fílmicas presentadas.
Don Raúl Landini un verdadero esgrimista del boxeo tipo
Nicolino para comparar, se quejaba por la demonización de la actividad. Sin
embargo y muchos años después en las ligas de fútbol americano en EEUU, los
neurólogos y neurocirujanos no sólo demonizan la actividad antedicha, sino que
auguran lesiones cerebrales crónicas del encéfalo que podrían terminar en actos
de suicidio y crimen.
No hace mucho me consultaron por si los “choques” de
cabezas, ó la suma de impactos del balón en el cabeceador a través de los años, podrían generar una
patología neurológica tan frecuente de los 40 años, como es la esclerosis lateral amiotrófica, ELA.
No lo pude asegurar, pues no tengo estadísticas ni las hay
en nuestro país que yo conozca. Con ello quiero decir que la ciencia empezó a
rastrear. Los científicos y los jueces darán su veredicto, dado que sospecho
que la mecha de los juicios está encendida.
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